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¿Qué es y qué no es Mindfulness?

Mindfulness es una palabra de moda. Pero… ¿sabemos realmente qué es?

Mindfulness es un vivir en el presente. Sin culpa por el pasado ni preocupaciones por el futuro. Es un vivir instante a instante. Desde allí podemos tomar decisiones mucho más claras sobre nuestra vida personal y profesional.

La vida solo ocurre aquí, en este preciso instante. Mañana y ayer no son más que un pensamiento.

A partir de diferentes técnicas y ejercicios se explica cómo apaciguar la mente progresivamente y fomentar tu felicidad y tu satisfacción mediante Mindfulness.

¿Quieres saber más? Te invito a leer este artículo:

Su traducción es Atención Consciente o Atención Plena. Es una práctica en la que tomamos conciencia de las distintas facetas de nuestra experiencia en el momento presente.

Mindfulness son un conjunto de prácticas que han sido conceptualizadas como habilidades psicológicas (curativas y/o reparadoras) que pueden ser entrenadas para reducir el estrés y consolidar una mayor visión personal que amplíe y mejore nuestro autoconocimiento.

Podemos aprender a ser conscientes de cómo nos movemos, cómo nos sentimos (tanto física como emocionalmente), y cómo respondemos o reaccionamos ante cada momento de la vida. Esta cualidad de conciencia es la base de toda vida creativa, ya que nos permite ser honestos, pragmáticos, despiertos, valientes, y vivir con un sentido profundo de iniciativa.

Y cuando eres más creativo:

  • tomas mejor tus decisiones,
  • gestionas mejor los estados emocionales,
  • cultivas una actitud más resiliente, más ecuánime en el trabajo

Desde un punto de vista psicológico, Mindfulness se ha despojado de toda referencia religiosa y se entiende como una habilidad psicológica que consta de 2 elementos centrales:

  • la regulación de la Atención, centrada en la experiencia presente.
  • apertura y aceptación de la experiencia presente, independientemente de nuestra valoración positiva o negativa.

Aunque estas dos capacidades están presentes en todos nosotros, la aceleración del ritmo de vida actual, ayudado por el uso de las nuevas tecnologías, favorece a la:

  • dispersión de la atención
  • y al alejamiento de la experiencia del momento presente.

Practicar Mindfulness es conducir, de manera regular, una atención tranquila al instante presente. Esta actitud aparentemente tan sencilla, puede modificar nuestra relación con el mundo de una manera radical.

Pero ojo, muchas veces confudimos Mindfulness con otras cosas…

Lo que no es Mindfulness

No es una técnica de Relajación El buscar la relajación lo que hace al final es que por el proceso de habituación cada vez necesitemos más tiempo para que el resultado sea el mismo. Lo que queremos es una atención sostenida y alerta.

Dejar la mente en blanco No se trata de no pensar en nada si no de observar nuestros contenidos mentales sin que nos perturben Lo que hacemos es atender a un estímulo, la respiración, la brisa del aire, sensaciones internas. Nos centramos en el estímulo para darnos cuenta de cuando lo dejamos y ahí lo que se pretende es ver a dónde va nuestra atención.

• No alivia el dolor de forma inmediata No se trata de suprimir el dolor o ansiedad y que desaparezca. El dolor no se puede evitar pero sí vivirlo de otra manera. Todo lo que miras de frente se minimiza.

No es una técnica de control mental Puedo pensar lo que quiera y cuando quiera, puedo sentir lo que quiera. No es así. Sirve para gestionar mejor las situaciones en las que te encuentras. No puedo decidir lo que va a haber.

No es suprimir emociones y pensamientos sino aceptarlas y tratarlas con bondad De hecho es observar los pensamientos y las emociones. Podemos decidir si nos enganchamos a ellos. Aparecer, aparecerán.

No es una terapia en sí misma Hay personas a las que les puede ayudar mucho incluso teniendo un equilibrio personal a mejorar y estar más satisfechos. El trabajo terapéutico implica mucho más (creencias, valores, habilidades sociales, etc).

Es una práctica laica Proviene del budismo como filosofía. Es compatible con cualquier religión o creencia. No se busca una connotación religiosa sino, que se basa en la técnica.

Jon Kabat-Zinn, el padre del Mindfulness, nos indica que existen dos formas complementarias de practicar
Mindfulness:

La práctica formal

La práctica formal de la meditación supone reservar algo de tiempo para ir al “gimnasio mental”, dejar un poco de tiempo cada día para sentarnos a meditar tranquilamente. Se pueden usar muchos tipos de meditación. Normalmente consiste en escoger un objeto de atención, como por ejemplo la respiración u otra sensación y volver nuestra atención hacia ese objeto cada vez que la mente intente divagar.

Es el tiempo dedicado a la Meditación

Este tipo de meditación de la plena conciencia formal podemos practicarlo en cuatro posturas distintas:  sentados, de pie, caminando y tumbados.

La práctica informal

La práctica informal de la plena conciencia consiste en que nos acordemos a lo largo del día de prestar atención a todo lo que ocurra en cada momento.

Significa poner la atención en la sensación de andar cuando estamos andando, en el sabor de la comida cuando estamos comiendo y en las nubes y los árboles cuando vamos caminando.

Puedes empezar con la práctica informal en: La cola del supermercado, esperando en un semáforo, mientras tomas un baño, cuando acaricias a tu mascota…. Hay un universo de oportunidades

Los últimos estudios científicos demuestran que la práctica de este tipo de entrenamientos basados en técnicas de relajación y meditación produce cambios significativos en la estructura cerebral:

“Tras tres meses dedicando unos 10 minutos diarios al ‘Mindfulness’ se aprecian modificaciones en las áreas que regulan las emociones, que se traducen en un mejor control de ellas y una mayor sensación de bienestar”.

Te invito a que la pongas en práctica y me expliques qué te sucede…¡Estaré encantada de escucharte!

 

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Tips para ser más productivo en el trabajo

Ser más productivo en el trabajo no implica hacer jornadas maratonianas, no parar de realizar tareas, asistir a mil reuniones… Somos una sociedad que nos han hecho creer siempre que “cuanto más haces, más vales, cuanto más produces más estatus adquieres”. Quizá sea el momento de plantearnos si es cierto o no.

Mejorar tu productividad no quiere decir trabajar más. Todo lo contrario. Cuando uno es productivo, realiza más actividades con éxito en menos tiempo.

La verdadera productividad no es siempre alcanzar un gran número de objetivos diarios, y menos si por cada logro laboral perdemos calidad de vida y salud. Una de las principales causas del estrés negativo (distrés) es la sensación de agobio por el trabajo. Y cuanto más estrés, menos productivo eres y más fatiga empiezas a acumular. En esas condiciones tu humor cambia y es muy posible que se resientan otras tareas o ámbitos fuera del trabajo. Y así no vamos bien…

Al final, el objetivo es hacer tu trabajo con total eficacia, para que tu tiempo libre se vea beneficiado. Y para ello te voy a dar 6 tips para que los puedas poner en práctica y así mejorar tu productividad en el trabajo:

1.- Ten claros los objetivos y establece tus prioridades

Es imprescindible tener claros cuáles son tus objetivos en el trabajo y definir qué tareas por orden de importancia debes tener completadas sí o sí antes de pasar a las de menos importancia.

2.- Planifica y programa tus tiempos

Una vez tengas claros tus objetivos y los hayas priorizado. Es el momento de planificarlos, definiendo las tareas que debes realizar para conseguir tus objetivos y saber para cuando deben estar finalizados.

Una vez planificados, es momento de programarlos o agendarlos, es decir, cuando los vas a realizar y qué recursos vas a necesitar. Se realista, no te pases de optimista… Recuerda que no tienes superpoderes.

3.- Di “No”

Aprender a decir “No” se puede convertir en un gran aliado para convertirte en una persona productiva y el mayor protector de tu preciado tiempo. Di “no” a aquellas tareas que no sean prioritarias o que no estén planificadas.

4. Identifica tus horas de mayor rendimiento

Hay momentos en que estamos más despiertos y nos sentimos más motivados y somos más productivos. Todos tenemos un ciclo biológico y anímico diferente. 

Obsérvate durante algunos días para identificar tus horas de mayor rendimiento. Una vez hayas detectado cuáles son tus picos de energía, lo siguiente es programar las tareas más complejas para realizarlas en esos momentos.

5.- Delega

Lo más eficaz no es hacer las cosas uno mismo, sino conseguir objetivos mediante el trabajo en equipo, con los demás. Tenemos que delegar siempre que nos sea posible. 

6.- Declina reuniones

Las reuniones pueden llegar a ser una pérdida de tiempo sino están bien planificadas y con objetivos claros. Elige las reuniones que estén bien planificadas, con temas y tiempos de agenda y que sean relevantes para la consecución de tus tareas prioritarias.

Estos tips también los puedes extrapolar a tu vida personal. Te animo a que los pongas en práctica y me cuentes que sucede. ¡Estaré encantada de escucharte!

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Decálogo de la utilización del tiempo

Son los hábitos y las actitudes personales lo que necesitamos modificar para combatir los sabotajes de nuestro tiempo. Todo depende de nosotros mismos.

A continuación te ofrezco un decálogo de la utilización del tiempo para que puedas aprender a gestionarlo de una manera más efectiva. ¿Quieres conocerlo? Te invito a leerlo:

1.     Márcate tus metas y objetivos de manera inteligente (SMART).

Los objetivos deben ser específicos (concretos, breves, claros y concisos), medibles (cuantificables), asequibles (que se puedan asumir), realistas (que sea objetivos, no deseos) y temporales (con fecha de cumplimiento).

Si quieres profundizar más en este punto te puede interesar el artículo: ¿Cómo puedo lograr mis objetivos?

2.     Prioriza tus objetivos.

Aprende a distinguir lo que es importante de lo que es urgente, y ocúpate de lo importante.

·     Importante: Es aquello que has de hacer para conseguir tus resultados.

·     Urgente: Es aquello que requiere una acción inmediata.

      Si quieres profundizar más en este punto te puede interesar   el        artículo: ¿Cómo puedo administrar correctamente mi tiempo?
 

3.     Planifícate.

Decide que es lo que necesitas hacer para conseguir tus objetivos y ponle fecha de finalización.

 Si quieres profundizar más en este punto te puede interesar el      artículo: Planificar y programar: las bases para una buena        gestión del tiempo.

4.     Prográmate.

Decide cuando realizaras las actividades para llegar a tus objetivos y qué recursos necesitaras para llevarlas a cabo. Asigna a cada actividad un tiempo realista. Las previsiones muy optimistas suelen llevar al fracaso.

 Si quieres profundizar más en este punto te puede interesar el     artículo: Planificar y programar: las bases para una buena        gestión del tiempo.

5.     Identifica tus fugas o ladrones de tiempo y ponles freno.

Son todas aquellas actividades, situaciones o personas que te roban tu valioso tiempo. Hemos de tomar consciencia que somos nosotros quienes de forma voluntaria dejamos que nos lo roben. Somos nosotros los responsables de decidir si queremos invertir nuestro tiempo en ellos y tenemos la capacidad de corregir nuestra conducta y evitar estas pérdidas de tiempo.

 Si quieres profundizar más en este punto te puede interesar el      artículo: Los ladrones de tiempo

6.     Aprovecha los tiempos de espera.

Hay situaciones que se pueden vivir como una pérdida de tiempo sino las aprovechamos: esperar en la consulta del médico para ser atendido, las horas de caravana, en la peluquería… Tenemos 2 opciones, la primera es quejarnos, que es gratis pero no nos aporta nada, y la segunda es saber aprovechar estos tiempos realizando algo que nos guste como leer, escuchar música, meditar.

7.     Hazlo ahora, no procrastines.

No dejes para después las cosas. Un consejo es que todo lo que te tome menos de 10 minutos hacerlo, hazlo en el instante, así no lo dejarás para después

8.     Aprende a decir NO

Di NO a las prioridades de los demás para poder decir SI a las tuyas. De manera asertiva, es decir, expresando tu opinión sin herir los sentimientos de las otras personas, aprende a decir no

9.     Identifica tus ciclos vitales.

Todos tenemos un ciclo biológico y anímico diferente. Hay momentos en que estamos más despiertos y nos sentimos más motivados. Obsérvate durante algunos días para detectarlos. Es importante que sepas cuáles son tus horas de mayor rendimiento y las aproveches.

10.      Busca tiempo para ti mismo y cuídate.

La alimentación y el hacer ejercicio, así como darte tiempo en hacer cosas que a ti te gustan, es indispensable para que te sientas bien y puedas llevar de la mejor manera posible tus tareas.

 Si quieres profundizar más en este punto te puede interesar el      artículo: La importancia del autocuidado

Te invito a que pongas en práctica este decálogo y me cuentes a ver qué sucede. ¡Estaré encantada de escucharte!

 

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Planificar y programar: Las bases para una buena gestión del tiempo

¿Cuántos días te vas a dormir teniendo la sensación de que no has hecho todo lo que deberías o te hubiese gustado hacer? Eso te agobia, e incluso te produce ansiedad y estrés al ver que sucede día tras día. ¿Qué podemos hacer ante esta situación? 

Para mejorar la gestión de nuestro tiempo es esencial adquirir nuevas técnicas como la planificación y la programación. ¿Cuál es la diferencia? ¿Cómo podemos hacerlo? ¿Quieres saber más? Te invito a leer este artículo:

Planificar es decidir qué se tiene que hacer para conseguir un objetivo específico y cuándo hay que terminarlo. Programar es decidir cuándo hacerlo y que recursos se necesitan.

La planificación es preparar que pase lo que queremos que suceda.

Para ello tendremos que tener claro cuáles son nuestros objetivos más importantes y priorizarlos. Si no tienes claro que priorizar te invito a leer mi artículo: ¿Cómo puedo administrar correctamente mi tiempo?, en el que habla cómo diferenciar lo importante de lo urgente.

Priorizar es un aspecto clave para planificar el tiempo

Una vez priorizados, tendremos que decidir:

  •     ¿Qué actividades se tienen que desarrollar para conseguir los objetivos?
  • ¿Qué fecha máxima se tiene que asignar a cada actividad u objetivo?

La planificación para que sea efectiva tendremos que convertirlo en un hábito y saber encontrar el rato para planificar.

Una vez planificados nuestros objetivos prioritarios, pasaremos a la programación de ellos. Es decir, decidir cuándo hacerlo y que recursos necesitaremos para llevarlos a cabo.

Para programar podemos usar la agenda diaria. Pero muchas veces programamos más de lo que podemos hacer y este fracaso puede provocar la tentación de abandonar la programación.

El motivo de este fracaso se debe en gran parte a que las previsiones establecidas son demasiado optimistas porque:

  • Programamos por jornada más tareas de las que somos capaces de hacer.
  •   No tenemos en cuenta que pueden haber imprevistos y interrupciones que inevitablemente tendrán lugar.
  •     La previsión de las tareas a realizar nos ocuparan más tiempo del previsto.

Algunas claves que nos pueden servir para programar correctamente son:

  •   Centrarnos en los objetivos y escoger los que queramos conseguir ese día.
  •      Empezar por aquello que consideremos más importante.
  •      Dejar libre un porcentaje de tiempo para posible imprevistos e interrupciones.
  •    Asignar a cada actividad un tiempo realista para conseguir nuestros objetivos.
  •      Tener en cuenta nuestros ritmos y necesidades corporales.
  •     Programar cada día un tiempo para pensar, para ocio, para las relaciones afectivas y para tener cuidado de nuestro cuerpo.

De primeras puede parecer una ardua tarea poner todo esto en práctica, pero si lo hacemos, nos vamos a ver beneficiados por ello a medio y largo plazo… ¡Organiza tu tiempo y cuéntame que sucede! Estare encantada de escucharte.

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Los ladrones de tiempo

Hay actividades, situaciones o personas que nos hacen desperdiciar nuestro valioso tiempo, les podemos llamar “los ladrones del tiempo”. Lo preocupante es que somos nosotros mismos que permitimos que nos lo roben. Pero si tomamos consciencia de cuáles son, podremos poner fin a esas fugas de tiempo y centrarnos en lo realmente importante para nosotros. Y ganar tiempo al tiempo. ¿Quieres conocer cuáles son? Te invito a leer este artículo:

Los ladrones de tiempo no vienen a ti y te roban tu tiempo, sino que tú de forma voluntaria decides gastar tu tiempo en esas actividades, situaciones y personas. Así que tú eres el responsable de decidir si quieres gastar tu tiempo en esto. Y la ventaja de ser el responsable es que tienes la capacidad de corregir tu conducta y evitar estas pérdidas de tiempo.

¿Y cuáles son estos ladrones de tiempo?

Existen ladrones de tiempo interno y externo. A continuación te doy algunos ejemplos de cuáles son:

Los ladrones de tiempo externo son aquellas circunstancias fuera de nuestra capacidad de control, pero que podemos decidir sobre ellos.
  • Interrupciones

Entendidas como llamadas, visitas inoportunas, llamadas de teléfono, peticiones de ayuda…  Si recibes una de estas interrupciones, tú puedes valorar y decidir si es una urgencia que requiere que des respuesta en ese momento. Para reducir su efecto negativo hay diversas técnicas:

• Evitarlas o reducir su número

• Limitar al mínimo el tiempo que nos ocupan

Tenemos que aprender a ser asertivos para poder decir que no aceptamos la interrupción.

  • Notificaciones

Son muy parecidas a las interrupciones pero con la diferencia que no son urgentes. Pueden ser mails, whatsapp, redes sociales… Al igual que las interrupciones eres tú el responsable de valorar si aceptas invertir tu tiempo en ellas o no.

  • Reuniones

Si trabajas con otras personas es habitual realizar reuniones. A priori una reunión no es un ladrón de tiempo si se hace correctamente. Para ellos es importante que se planifique correctamente, con hora inicio-hora fin y con un índice de los temas a tratar.

Solamente se ha de convocar cuando haya un objetivo que justifique y sea capaz de proponerlo en una hoja por escrito, con tiempo suficiente para prepararse. Las reuniones tienen que producir resultados.

Una reunión para que sea eficiente requiere preparación, realización, seguimiento y evaluación.

  • Urgencias

Siempre puede salir una urgencia, pero hemos de ir con cuidado con ellas, ¿es una urgencia realmente? Es importante que tengas claro cuáles son tus prioridades y objetivos, y que no cargues con las urgencias de otros.

Los ladrones de tiempo interno son aquellos que son inherentes a la persona y que se manifiestan en nuestra conducta y nuestra manera de gestionar nuestro tiempo y tareas.
  •  Falta de organización

Una mala planificación o falta de organización es una verdadera fuga de tiempo. Pierdes tiempo para saber cuál es la siguiente tarea, dejas cosas a medias… Tiene que ver también con ausencia de objetivos o no saber priorizar.

  • Procrastinar

Hay tareas que no gustan y dan pereza de realizar, pero dejarlas para otro momento no es la solución, tendrás que acabar realizándolas. Y estar todo el rato posponiéndolas hará que te sientas mal, generando estrés.

Si realmente queremos conseguir una cosa, es preciso actuar en el momento preciso y no “cuando tenga tiempo”. Este tiempo no llega nunca.

  • Aplazar la toma de decisiones

Es muy parecido a la procrastinación. Aveces se aplazan las decisiones por miedo. Miedo a abandonar una opción, o que la decisión sea equivocada.

  • No delegar 

Lo más eficaz no es hacer las cosas uno mismo, sino conseguir objetivos mediante el trabajo en equipo, con los demás. Tenemos que delegar siempre que nos sea posible.

Serán los hábitos y las actitudes personales lo que necesitaremos modificar para combatir los sabotajes de nuestro tiempo.  

¿Detectas cuáles son tus ladrones de tiempo? ¿Quieres adquirir nuevos hábitos para combatirlos? ¿Quieres que te acompañe en este proceso? Ponte en contacto conmigo. ¡Estaré encantada de escucharte!

 

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¿Proactivo o reactivo? ¡Tú decides!

¿Eres de las personas que culpas a los demás de lo que te pasa o bien tomas las riendas de tu vida y afrontas de la mejor manera posible lo que te sucede? ¿Eres reactivo o proactivo? ¿Quieres dejar de ser una víctima de tus circunstancias y convertirte en el protagonista de tu vida? Si es así, te invito a continuar leyendo este artículo:

La proactividad hace referencia a la responsabilidad personal en elegir la respuesta que queremos dar y no ser esclavos de nuestros impulsos.

 Respons – abilidad: 

Habilidad para escoger nuestra respuesta

 Una persona proactiva decide la respuesta que da ante la vida

Por el contrario, el determinismo es sentir que no eres el protagonista de tu vida sino una víctima de las condiciones externas “mi vida está determinada por condiciones fuera de mi control”. Las personas podemos mostrarnos deterministas y tener una actitud ante la vida reactiva transfiriendo a otros nuestras responsabilidades y eludiendo nuestros compromisos. Nos sentimos manipulados por el ambiente, por las condiciones externas, o por el propio condicionamiento. ¡No puedo hacerlo, yo soy así!, ¡No tengo tiempo!: Nuestra efectividad está condicionada por “los otros”.

Un ejemplo práctico en nuestra vida es el de un chofer de un automóvil que nos grita una obscenidad o nos toca con insistencia el claxon; en este caso nuestra respuesta puede variar desde tomar un arma y dispararle para luego sufrir las consecuencias legales de nuestra conducta hasta simplemente ignorarlo y no dejar que altere nuestra tranquilidad. Lo importante es que la decisión es nuestra, que somos los responsables de nuestra conducta.

La conducta Proactiva es el producto de nuestras propias decisiones, basadas en valores. En cambio, la conducta Reactiva nos lleva a culpar a otros, o las circunstancias de nuestros propios males.

La proactividad se manifiesta en:

       Elegir nuestra respuesta

       Hacernos cargo

       Invertir tiempo y energía sobre las cosas sobre las que podemos actuar, nuestro círculo de influencia

Las personas reactivas construyen sus vidas emocionales en torno a la conducta de los otros, permitiendo que los defectos de las otras personas las controlen. Se ven impulsadas por sentimientos, por las circunstancias, por la condiciones, por el ambiente.

Centran sus esfuerzos en el centro de preocupación. Su foco se sitúa en los defectos de otras personas, en los problemas del medio y en circunstancias sobre las que no tienen ningún control.

Las personas proactivas llevan consigo su propio clima. El hecho que llueva o brille el sol no supone ninguna diferencia para ellas. Su fuerza impulsiva reside en los valores, y si su valor es hacer un trabajo de calidad, no depende de que haga buen tiempo o no. La capacidad para subordinar los impulsos a los valores es la esencia de la persona proactiva. Las personas proactivas se mueven por valores: valores cuidadosamente meditados, seleccionados e internalizados.

Centran sus esfuerzos en el círculo de influencia. Se dedican a las cosas con respecto a las cuales pueden hacer algo. Su energía positiva: se amplía y aumenta, lo cual conduce a la ampliación del círculo de influencia.

 “Soy lo que soy como consecuencia de mis elecciones de ayer”

La gente efectiva es proactiva, su actitud es el producto de sus propias decisiones, basadas en valores; en lugar de producto de su condicionamiento en la vida o en sus sentimientos. Mientras más proactivo, menor es la tendencia a culpar a otros por lo que nos pasa. Una persona proactiva no niega los efectos que los aspectos genéticos, familiares, o ambientales tienen en nuestra vida; los acepta como una influencia, pero ejercita la libertad de escoger la respuesta a esos estímulos. En la Proactividad, nuestra efectividad y nuestra felicidad está condicionada por nosotros, no por “los otros”.

Como seres humanos, somos responsables de nuestra vida. Nuestra conducta es una función de nuestras decisiones, no de nuestras condiciones.

Tenemos la INICIATIVA y la RESPONSABILIDAD de hacer que las cosas sucedan.

Tomar la iniciativa no significa ser insistente, molesto o agresivo. Significa reconocer nuestra responsabilidad de hacer que las cosas sucedan. Las personas que llegan a ocupar los buenos puestos son las proactivas, aquellas que son soluciones para los problemas, y no problemas ellas mismas, que toman la iniciativa de hacer siempre lo que resulte necesario, congruente con principios correctos, y finalmente realizan la tarea.

     En todos los casos, es uno mismo quien tiene la responsabilidad de actuar y decidir quién quieres ser. Y tú, ¿Qué decides ser? ¿Me lo cuentas? ¡Estaré encantada de escucharte!

 

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Cómo ser más efectivo

¿Quieres ser más efectivo y lograr los objetivos que te propones en el trabajo o en tu vida personal pero no lo consigues? ¿Quieres saber cómo hacerlo? Te invito a leer este artículo.

La eficacia hace referencia a nuestra capacidad para lograr lo que nos proponemos. Es diferente a eficaz o eficiente. ¿En qué se diferencia? De manera muy simple podríamos decir que:

  • Ser eficaz es hacer las cosas de manera rápida.
  • Ser eficiente es hacer las cosas bien hechas.
  • Ser efectivo es la suma de eficaz y eficiente, es decir, hacer las cosas de manera rápida y bien. 

En el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”Stephen Covey nos habla de la efectividad entendida como:

 Efectividad = Producción / Capacidad de producción (P/CP)

 Esto se explica a la perfección con la fábula de «La Gallina de los Huevos de Oro» del griego Esopo

 «Un día, un granjero pobre descubre un huevo de oro en el nido de su gallina. El no puede creer la suerte que tuvo. Sin embargo, cada día que pasa, aparece un huevo nuevo, haciéndolo millonario. Pero a la vez, se vuelve codicioso e impaciente. Un día decide matar a la gallina para obtener todos los huevos a la vez, sin tener que esperar de un día al otro. Pero al abrir la gallina, se da cuenta que no hay huevos de oro en su interior.»

No, no había huevos de oro en el interior de la gallina. Se quedó sin gallina y sin más huevos de oro. 

Covey utiliza esta fábula para definir la verdadera efectividad. Define que «el huevo de oro» es la producción y «la gallina» como el medio de producción o la que tiene la capacidad de producir. Muchas personas creen que se es más efectivo cuanto más se produce pero la verdadera efectividad se basa en el equilibrio de la producción y la capacidad de producción.

Muchas personas se centran en la producción, en el huevo de oro, descuidando a la gallina que es quien tiene capacidad de producirlos y perdiendo a futuro dicha producción. Otras, sin embargo, se centran en la gallina y no recogen los huevos de oro de forma adecuada por lo que baja su productividad 

  •   Si la producción supera nuestra capacidad de producción, sufrimos estrés.
  •       Si la producción es inferior a nuestra capacidad de producción, caemos en el aburrimiento.

Hemos de encontrar un equilibrio entre ambos elementos, que es lo que nos hará efectivos. Es importante encontrar este equilibrio entre los diferentes aspectos de nuestra vida: el personal, el familiar y el profesional. 

Nos podemos preguntar a nosotros mismos ¿Cómo reparto mis cargas? ¿Estoy siendo efectivo? Te invito a que reflexiones y si tienes alguna duda…. ¡Pregúntame! Estaré encantada de responderte.

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¿Tener o ser?

Si tengo una casa con jardín seré más feliz, si tengo un buen jefe estaré más tranquilo, si tengo una pareja seré más afortunado, si tengo el último iphone … ¿Es cierto que si tenemos somos? o ¿Es mejor ser para tener?. Actualmente muchos de nosotros estamos situados en el tener, y ¿Qué pasa con lo que somos, con el ser?

 El ser humano tiene dos orientaciones básicas: “Tener y Ser”. Tener implica adquirir y poseer cosas, incluso personas. Ser se centra en la experiencia: Intercambiar, comprometerse, compartir con otra gente.

La orientación del tener tiene como base de conducta el consumismo. Y eso se traduce que si no tienes «x» ya no eres. Por lo que muchas personas orientadas en el tener, se definen por lo que tienen y no por lo que son.

En cambio, desde la orientación del ser, no nos define nuestro coche, nuestra casa, nuestro trabajo… Somos mucha más que eso. Significa ser fieles a nuestra historia, nuestros valores y nuestra forma de pensar.

Valores como la honestidad, el compromiso, la comprensión… dicen más de ti que lo tienes, ya sean bienes materiales o inmateriales. En lugar de valernos por lo que tenemos, debemos pensar en la premisa de valgo por lo que soy.

Según Covey en el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, las personas situadas en el tener están bajo el paradigma de la escasez: 

Tengo>Hago>Soy 

“Con lo que tengo, hago. Según lo que hago, soy”.

 

Las personas con el paradigma de la escasez sienten que les falta algo para ser felices, hablan de todo lo que necesitan y no se dan cuenta de lo que tienen e incluso se sienten mal si tienen que compartir reconocimiento y mérito, poder o beneficios.

 

En cambio las personas que se sitúan en ser, están situados en el paradigma de la abundancia:

Soy->Hago->Tengo

“Con lo que soy hago. Según lo que hago, tengo”. 

 

La mentalidad de abundancia surge de una profunda sensación interior de valía y seguridad personales. En el mundo hay lo bastante como para que nadie se quede sin lo suyo. El resultado es que se comparten el prestigio, el reconocimiento, las utilidades, la toma de decisiones. Se generan posibilidades, opciones, alternativas y creatividad.

 ¡La paz viene a través del ser y no del tener! Nunca olvides que lo que tú tienes muchos lo pueden tener… pero lo que tú eres nadie lo puede ser. 

 

¿Qué prefieres entonces? Ser o tener… ¡Tú decides!

 

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Cómo ser un buen líder

Te has preguntado qué es lo que diferencia a un líder que tiene éxito que perdura en el tiempo a otro que tiene un éxito efímero. ¿Por qué hay líderes que motivan a las personas y otros en cambio generan el efecto contrario?

Si revisamos un estudio realizado por Covey en su libro de los “7 hábitos de la gente altamente efectiva”, vemos que antes un líder era considerado una persona de carácter: una persona hecha a sí misma, que había crecido a través de la experiencia y la reflexión. Alguien que destacaba por su manera de ser. En la actualidad este concepto ha ido cambiando y un líder se está convirtiendo en una persona con personalidad,  capaz de poner en marcha múltiples proyectos, de hacer cosas.

 De este estudio se desprende dos tipos de ética (conjunto de valores) que han moldeado los paradigmas de las personas: una ética basada en el carácter, sustentada en valores y principios que rigen el verdadero éxito y el gozo; y la ética de la personalidad que está llena de obsesión por la imagen, las técnicas y los arreglos transitorios de tipo social (parches y aspirinas sociales) para solucionar problemas agudos.

LA ÉTICA DE LA PERSONALIDAD VERSUS LA ÉTICA DEL CARÁCTER

La Ética de la Personalidad trata de  nuestras actitudes y conductas, y ha tomado dos sendas: una, la de las técnicas de relaciones públicas y humanas, y otra, la actitud mental positiva. Esto no quiere decir que los elementos de la Ética de la Personalidad (habilidades para la comunicación, estrategias de influencia y pensamiento positivo) no sean beneficiosos para el éxito, pero se trata de rasgos secundarios y no primarios. Con ellos nunca podré tener un éxito a largo plazo. Son técnicas rápidas y fáciles que pueden dar resultado a corto plazo.

 La ética del carácter, en cambio, se cimienta en valores más que en técnicas: como la integridad, la humildad, la fidelidad, la mesura, el valor, la justicia, la paciencia, el esfuerzo, la simplicidad y la modestia, entre otros. Implica formar templanza para comportarse con estos principios y valores aún en las situaciones más difíciles donde son puestos a prueba. Es decir, no soy bondadoso solo cuando necesito conseguir algo de alguien; sino que soy bondadoso aún cuando los otros no actúen con bondad hacia mí. Este comportamiento solo es posible si nuestra forma de ver el mundo está sustentada en estos principios, y no los usamos solo como un medio para conseguir lo que queremos.

 Sin un carácter bien fundamentado, cuando queramos usar las estrategias de influencia y tácticas para conseguir que los otros hagan lo que queremos: que trabajen mejor, que se sientan más motivados, que yo les agrade; nunca lograremos tener éxito a largo plazo. La ética de la personalidad transpira falta de sinceridad, y esto genera poca confianza. Esta ética es inútil a largo plazo si no examinamos los paradigmas básicos de los que surgen esas actitudes y conductas.

 ¿Quieres ser un buen líder? ¡Te animo a que revises los principios y valores que guían tu vida!  

 

 

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Si quieres, puedes cambiar

Cuantas veces queremos cambiar hábitos, situaciones o conflictos que nos hacen daño o simplemente no nos gustan, y lo intentamos una y otra vez, pero parece que no lo conseguimos y seguidamente desistimos. ¿Por qué nos sucede?

 Porque los cambios que perduran en el tiempo y que soportan la prueba de las circunstancias o situaciones difíciles son aquellos que son hechos desde adentro, desde nuestro ser, desde nuestra forma de ver el mundo, y no desde nuestro comportamiento nuestras actitudes y formas de actuar.
 

      La conducta de una persona es el reflejo de sus pensamientos. Las creencias que tenemos (también conocidas como nuestros paradigmas) condicionan la forma en que interpretamos el mundo, las circunstancias y las personas. Por ejemplo, según el paradigma que tengamos del trabajo determinará nuestro rol en él. Si yo concibo mi trabajo como medio para ganar dinero y pagar facturas, mi comportamiento y actitud frente al él será muy diferente que si yo concibo mi trabajo como un medio para servir a otros.

     En palabras de Stephen Covey en el libro “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva”, nuestras creencias o paradigmas “dan origen a nuestras actitudes y a nuestra conducta. El modo en que vemos las cosas es la fuente del modo en que pensamos y del modo en que actuamos”. Así que los verdaderos cambios no se logran gestionando solo lo de afuera, solo con tácticas de posturas, comunicación, etc; sino gestionando los paradigmas que tenemos.

    Si queremos un cambio significativo en nuestras vidas, debemos trabajar con nosotros mismos, de adentro hacia afuera. Y para poder cambiar nosotros efectivamente, debemos primero cambiar nuestras percepciones.

“De adentro hacia afuera” significa empezar por la persona, más fundamentalmente, empezar por la parte más interior de la persona: los paradigmas, el carácter, los motivos.

El paradigma de afuera hacia adentro genera personas infelices que se sienten sacrificadas e inmovilizadas, concentradas en los defectos de otras personas y en las circunstancias a las que atribuyen la responsabilidad por su situación de estancamiento.

Así que, si realmente queremos cambiar, debemos examinar el cristal o la lente a través de las cuales vemos el mundo ya que ese cristal da forma a nuestra interpretación del mundo, y en consecuencia da paso a nuestras acciones y comportamientos.

¿Quieres dar un cambio? Te ánimo a que pruebes una sesión de Coaching para el Cambio.

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