Comenzar con una clara comprensión de hacia dónde queremos ir, es fundamental para conseguir aquello que nos proponemos. No dejar nuestra conducta al capricho o al azar, debemos tener objetivos precisos a los cuales acercarnos: Un título universitario, comprar una casa o un coche, mantener una relación armoniosa con nuestros familiares y compañeros de trabajo. Y en caso de tenerlos claros, cada vez que tomemos una decisión importante debemos decidir si ésta nos acerca o nos aleja de nuestros objetivos.
El 2º hábito del libro de “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” de Steven Covey nos habla de Empezar con un fin en mente. Empezar con un fin en mente significa comenzar con una clara comprensión de tu destino. Significa saber dónde se está yendo, de modo que se pueda comprender mejor dónde se está, y dar siempre los pasos adecuados en la dirección correcta.
Resulta increíblemente fácil caer en la trampa de la actividad, en el ajetreo de la vida, trabajar cada vez más para trepar la escalera del éxito, y descubrir finalmente que está apoyada en la pared equivocada.
Comenzar con un fin en la mente motiva a comenzar con una clara comprensión de tu destino y se basa en el principio de que todas las cosas son creadas dos veces. La creación física sigue a la creación mental. Es decir, siempre hay una creación mental, y luego una creación física. Tu casa, por ejemplo, fue creada en la mente, en planos, en ideas, antes de que se tocara el terreno.
Este hábito consiste en crear una visión de lo que queremos lograr que dirija nuestra actividad.
Comienza hoy con una visión de cómo te quisieras ver al final de su vida, cómo quisieras que te vieran, cómo quisieras ser recordado, qué obra te gustaría dejar hecha. Imagínate asistiendo a tu propio funeral, dentro de tres años. Hay cuatro personas que hablaran sobre ti.: Una de tu familia cercana, una de tus amigos, una de tu trabajo o profesión, una de tu iglesia u organización comunitaria. Qué desearías que dijeran sobre tu carácter, sobre tus aportes, sobre tus logros. Tu respuesta tocará tus valores más profundos y fundamentales.
Como somos autoconscientes, como tenemos imaginación y conciencia moral, podemos examinar nuestros valores más profundos, comprender que el guión con el que vivo no está en armonía con esos valores, que mi vida no es producto de mi propio designio proactivo, sino el resultado de la primera creación que he dejado en manos de las circunstancias y de otras personas. Y puedo cambiar. Puedo vivir a partir de mi imaginación y no de mi memoria. Puedo relacionarme con mi potencial ilimitado en lugar de hacerlo con mi pasado limitador. Puedo convertirme en mi propio primer creador.
No te amarres a tu historia, amárrate a tu potencial.
Empezar con un fin en mente significa ser responsable de mi mismo, de mi primera creación en la mente, reescribir mis guiones de modo que los paradigmas de los que surgen mi conducta y mis actitudes sean congruentes con mis valores más profundos y estén en armonía con los principios correctos. Empezar cada día teniendo esos valores firmemente presentes. Cuando aparezcan los problemas, los desafíos, podré tomar mis decisiones basándome en esos valores. Puedo actuar con integridad. No me veo obligado a reaccionar ante las circunstancias, guiado por mis emociones momentáneas.
El modo más efectivo que conozco de empezar con el fin en mente consiste en elaborar un enunciado de la misión, filosofía o credo personales. Se centra en lo que uno quiere ser (carácter) y hacer (aportaciones y logros), y en los valores o principios que dan fundamento al ser y al hacer.
En lugar de vivir los guiones que inscribieron en mí mis propios padres, la sociedad, mi herencia genética o mi ambiente, viviré el guión que yo mismo haya redactado a partir de mi propio sistema de valores, que yo mismo haya elegido.
Cuán distinta es nuestra vida cuando sabemos qué es lo verdaderamente importante para nosotros, y, manteniendo ese cuadro en mente, actuamos cada día para ser y hacer lo que en realidad nos interesa. Podemos estar muy atareados, podemos ser muy eficientes, pero sólo seremos efectivos cuando empecemos con un fin en mente.
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